martes, 29 de marzo de 2011

El ángel que se sentaba en los rascacielos



[...]Si, había historias; en los cafés y bares a los que iba, algunas veces escuchaba descabelladas leyendas de demonios, de asesinos, de inesperadas vecinas neuróticas con rodillos de cocina cubiertos de sangre. Ella se reía por dentro siempre que las escuchaba.
También estaban las historias bonitas de romances sobre los tejados, esas de macarras de buen corazón que enamoraban a princesas de coletas y uniforme de estudiante. Pero Sarah era su propio príncipe; un príncipe de gatos de callejón, que no buscaba ningún amor perfecto. Así que también de estas leyendas se reía.
La última historia que había escuchado era una de las bonitas; un ángel que aparecía sentado en algún tejado todas las noches, y borraba todas las penas del corazón de quien escuchaba su voz, dulce y suave[...]

(En proceso)

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