¡Pas de prendre le parapluie!

¡Llueve! ¡Llueve, por favor!
Deja que la lluvia acaricie la piel que yo no puedo; deja, te suplico, que imagine su suavidad y calor, que cubren del agua fría la inmensa belleza que lleva dentro...
¡Haz que llueva, que caiga la lluvia; y podamos compartir ese momento aún sin saberlo!
¡Deja que llueva!

Porque la lluvia es otro de esos inmensos regalos que hace el mundo; la belleza del instante, en miles de millones de instantes, cuando las gotas acarician el aire, la tierra, las hojas, el agua... o nuestra piel.
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