
Se llamaba Valerie, y las calles la adoraban;
las farolas se sonrojaban al verla pasar.
Desde sus ojos, la noche sonreía,
y deslumbraba a los que la querían mirar.
Se llamaba Valerie, y su sonrisa era de estrella,
de las que se sabía que iban a triunfar.
Se llamaba Valerie.
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