¿Cómo no amar el aliento de una ausencia,
ni desear la piel de una distancia
que no se siente culpable?
I
Sobre un puente, las ideas
y te vas,
con esa sonrisa de niña,
de músico, de errante,
con esa eternidad hecha abrazo,
convertida en piel estremecida
cuando llega la noche;
y te vuelves fuego
y bajo mi cuerpo no hay nada,
porque desapareces y me asustas,
y me llenas
para dejarme sin nada,
en un nosotras
de sábanas y orgasmo,
entre rosas y suicidas.
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