La lentitud del cambio puede exasperarte. Puede cansarte, puede alterarte, puede poner tus nervios por delante de tu paciencia. Puede descolocarte, descentrarte, deshacerte en todas las partes de ti que no son tú.
Pero no olvides que el cielo se tiñe cada día de un color diferente; que todas y cada una de las noches se dedican a pintar tus paredes blancas con los infinitos "por qué" que se dibujan en tu mente antes de dormir. No olvides las preguntas que te haces simplemente por mover tus manos y esbozar una caricia.
Y recuerda que en tu piel está el mejor diario, la más longeva de las memorias. En ti está grabado el comienzo del mundo, tu comienzo.
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