Como la Bestia cuando se eriza, se irrita
porque no puede hacer nada
ni sujetarme
ni lanzarme
ni romperme
ni arreglarme
y se queda la ropa varada
y con su boca afilada ella grita,
y los barcos vacíos se dan la vuelta
y muestran todo su silencioso interior.
En medio, somos más felices que nunca
beligerantes, azules bajo el agua.
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