Te acaricio. Me acaricias.
Rozas levemente rincones de mi piel que no conocía. Tocas partes de mi alma que nunca me atreví a explorar.
Te acaricio. Me miras.
Siento que, con tus ojos, me atraviesas de parte a parte y me lo quitas todo, para sólo estar contigo.
Te acaricio. Me hablas.
Y tu voz me estremece, como una brisa repentina un día de calor.
Te acaricio. Me acaricias.
No hay más que tú y que yo. Este rato es sólo para dos, para todos aquellos dos.
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