martes, 26 de octubre de 2010

Nuvole Bianche




Para ti, mi nuvole bianche, mi triste comienzo y hermoso crescendo, este pequeño trozo de lo que siento y pienso, porque fuiste tu quien me ayudó a descubrirlo; "perché sai che quello che dico è sempre vero, e tu sai che ti amo."

Hay veces en que, casi sin querer, rozamos las nubes con la punta de los dedos. Esas nubes blancas, frías y lejanas, tan cercanas al azul del cielo que casi se funden con él, esas nubes que albergan todos nuestros sueños, son nuestra felicidad; y cada vez que las tocamos, llueven sonrisas y lágrimas. Porque aunque no queramos, aunque no creamos en la felicidad, somos más que capaces de traerla a nuestra vida.
A mi, que como todos los humanos varias veces he caído y herido en la pequeña y simple realidad, los cambios me han llevado a comprender que, tanto en nuestras grandes ilusiones como en los pequeños detalles, están sujetos los hilos que mantienen nuestros sueños entre las nubes, y que jamás deben ser cortados; porque la avaricia rompe el saco, dicen, y al tratar de llevarnos toda la felicidad ésta se nos escapará entre los dedos como un jirón de niebla, una falsa ilusión. Dejemos que la felicidad venga y vaya allá lejos, en el cielo azul; porque es a ese mundo al que pertenece, y nosotros no podemos sino aprovechar cada momento y cada persona que nos lleve a rozar, con la punta de los dedos, esas lejanas nubes blancas.

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