miércoles, 27 de octubre de 2010

El reloj



Tic...tic...tic...tic... decía el viejo reloj.
Tan viejo era, que las manecillas en vez de moverse caían; y cuando llegan abajo, pues caían al revés.
Tic...tic...tic...tic... se quejaba el estropeado reloj.
De tan estropeado que estaba, los números habían emigrado dejando una x en su lugar; hoy, para saber qué hora es, tienes que despejar la incógnita.
Tic...tic...tic...tic... se reía el viejo reloj.
Tan viejo era, que las carcomas ya no le hacían más que cosquillas.
Tic...tic...tic...tic... lloraba el solitario reloj.

El hombre viejo y estropeado cogió su maleta y su bastón. Tic...tic...tic...tic...
Caminó despacito hasta la puerta, con una sonrisa pintada en sus arrugadas facciones. Tic...tic...tic...tic...
Se despidió con una mirada tierna de la foto de su hija, y dejó una caricia en el cristal. Tic...tic...tic...tic...
Abrió la puerta y suspiró. Adiós, vieja casa de recuerdos... pensó.

Tic...tic...tic...tic... la puerta se cerró tras él.

-Tac.

Y el viejo y solitario reloj se paró.

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