Date la oportunidad de no ser tú por un día; que ya bastantes pasas contigo mismo. Déjate seducir por la inocencia de lo que no te importaba, permite que te preocupen las cosas de las que normalmente pasas de largo; enamórate de las pequeñas excepciones, que sólo son insignificantes a los ojos de quién no sabe mirar.
Cierra de vez en cuando los ojos, y al abrirlos sorpréndete de que aquel hombre que va por delante de ti está andando. De que un pájaro ha pasado por delante de tus ojos, a ras del suelo, y ya no lo ves. Del movimiento de las ramas de ese árbol raquitico de ciudad. Incluso de que te estás sorprendiendo.
Tu mirada importa. Lo que quieras ver, también.
Y ya, si sabes verlo...
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