
Las palabras, los sueños,
se hacen viejos en mi boca;
nacen, crecen, se odian y se quieren,
les sale barba, envejecen
y se mueren entre mis dientes.
Y los que escapan se desviven
por acabar enredados entre sus dedos,
hacerme su tierna marioneta,
que sueña, entre sus labios, puentes.
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