Y en octubre ya es otoño.
El otoño es rojizo, dorado, castaño, frío pero de luz cálida. El otoño me hace sonreír, me hace estirarme como un gatito que va a dormirse; me recuerda a esos besos largos que no pretenden nada más que eso: ser un beso.
El otoño me recuerda a una preciosa alfombra del color de los atardeceres, en la que puedes tumbarte y escuchar todas esas cosas que han ido pasando. El otoño me recuerda a tardes bajo una manta, encima de la cama, viendo una película con la conciencia somnolienta.
El otoño es mi abrazo favorito, mi caricia con las manos calientes, mi beso en la comisura de los labios; es dos como dos pieles que no deben separarse para conservar el calorcito.
Octubre está aquí. Y todo mi ser desea que haya venido para quedarse.
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