
Dicen que aún no llega
la nieve nueva,
que tu fuego de niña quema
las hojas del otoño;
y el cobre del aire se va
dejando al sol desnudo,
frío,
como el blanco invierno.
Y aún roja quedará
la línea del fin del mundo
que conoces,
que conozco,
el límite de todas mis horas
que terminan en tu espalda:
y mi piel se perderá
sin tus dedos,
sin tus ojos
de niña fiera,
que me miran y me queman,
y tú sigues otoño
y yo me quedo invierno
cada vez que te vas
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