domingo, 18 de diciembre de 2011

Volver a morir cada noche vacía

Deslizarse sin prisa
por la piel azul marino,
un viejo instinto
renacido
entre cenizas frías;
la vuelta de un abrazo
sin calma
ni prisa
que acelera el pulso
de mi memoria.
Y romper un silencio
de noche,
o dos semanas
de noches en silencio,
volver a vivir en la dulzura
de las sonrisas
que se dibujan a oscuras

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