martes, 26 de abril de 2011

Desde aquí abajo

No tengo nada que envidiar al sol
Porque cada noche se pierde lo mejor de las estrellas
No conoce las caricias de la luna
Sobre la piel de la noche.
No tengo nada que envidiar al cielo
Porque nunca ha conocido el sonido del mar sobre la arena
No ha probado su sabor a sal
O buscado conchas en la playa.
No tengo nada que envidiar a las nubes
Porque no saben lo que es cantar bajo la lluvia
No conocen las tormentas de verano
Sobre las hojas de los árboles.
No tengo nada que envidiar a las alturas
Porque las cosas pequeñas, desde la tierra, permiten alcanzarlas
No conocen el valor de lo sencillo
De lo que, simplemente, es feliz siendo.

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