jueves, 28 de abril de 2011

La caída del rayo



Ilumíname el camino con un pedazo de cristal; un corte pequeño, ¡tan pequeño!, del que brote una bonita flor.
El lirio crecerá con cada respiración contenida, con cada latido intenso y fuera de ritmo; y alcanzará las nubes, (sabio será), porque es donde viven los sueños.
Y los truenos dirán verdades como puños, que caeran como granizo sobre la arena azul; sonrisas que dan abrazos, sinceras como una mariquita sobre una hoja de árbol.

Cuéntame, lluvia, quién vive tan arriba y de qué tiene miedo; si es de mi, de lo que le pido, de lo que anhelo, sobre lo que ando cada mañana al despertar.
Una piel de gato pardo arropando a una niña albina, pequeña y frágil, como una ventana en una tormenta; el rayo viene, impacta... y no deja huella.
Sólo mi corazón huele un poco a quemado.

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