martes, 10 de mayo de 2011

Papel mojado sobre agua salada



Lo más bueno es saber que no vas a volver a empezar; experiencia acumulada, tú sabrás como usarla. Que el final no está tan cerca, todo es continuar a través de pasos y sonidos de noches en silencio.
Yo imaginé que sería en mitad del bosque, que rescataría a la princesa de la luna y eso me haría casi reina, guerrera eterna en sus labios; pero eterno no es nada, salvo el momento.
El tiempo, el riesgo, conforman tu vida de bohemio cierrabares; siempre supe, desde antes de conocerte, que estabas enamorado del mar. Si no, no serías yo, con todas mis letras; yo, deshecha en un estallido de poemas y pompas de jabón.
Yo, la fugacidad que se perpetúa hasta el fin de mis días, la eternidad que se desvanece con cada micra de segundo que pasa; las pajaritas de papel caen por ley, ley de gravedad. Pero no nuestros sueños, no nuestro imparable plan de dominar el mundo mientras dormimos, entrelazando mar y cielo en el horizonte.

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