Ese roce imperceptible, esa imparable caricia de la vida que hace temblar al universo... ¡Renace! '¡Renace en ti, en todas esas cosas que tú eres, y déjate ser el mundo, el trueno, la chispa, el bello ser humano que nunca dejaste de ser!
El viento aprendió a decir adiós para poder despedirse de las cosas que amaba, ya que no podía hacer más que dejarlas atrás. Aún no he oído que el viento haya aprendido a no mirar atrás.
Me gusta la paradoja.
ResponderEliminarEs triste y curiosa al mismo tiempo.
ResponderEliminar