Tanto el tiempo como el silencio pueden pintarse. Pueden llenarse, saturarse, ser translúcidos, lineales, circulares, y acabar en ser no más que momentos, no menos que instantes. Pueden llegar a ser todo lo que deseamos, lo que necesitamos, lo que jamás pensamos que llegarían a ser; pueden causar lágrimas, sonrisas, ideas, olvidos, recuerdos, y todas aquellas cosas que se escapan a nuestro control.
Un simple gesto puede pintar un instante. Un simple instante puede pintar un silencio. Un simple silencio puede pintar el tiempo.
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