miércoles, 27 de octubre de 2010

El reloj



Tic...tic...tic...tic... decía el viejo reloj.
Tan viejo era, que las manecillas en vez de moverse caían; y cuando llegan abajo, pues caían al revés.
Tic...tic...tic...tic... se quejaba el estropeado reloj.
De tan estropeado que estaba, los números habían emigrado dejando una x en su lugar; hoy, para saber qué hora es, tienes que despejar la incógnita.
Tic...tic...tic...tic... se reía el viejo reloj.
Tan viejo era, que las carcomas ya no le hacían más que cosquillas.
Tic...tic...tic...tic... lloraba el solitario reloj.

El hombre viejo y estropeado cogió su maleta y su bastón. Tic...tic...tic...tic...
Caminó despacito hasta la puerta, con una sonrisa pintada en sus arrugadas facciones. Tic...tic...tic...tic...
Se despidió con una mirada tierna de la foto de su hija, y dejó una caricia en el cristal. Tic...tic...tic...tic...
Abrió la puerta y suspiró. Adiós, vieja casa de recuerdos... pensó.

Tic...tic...tic...tic... la puerta se cerró tras él.

-Tac.

Y el viejo y solitario reloj se paró.

martes, 26 de octubre de 2010

Nuvole Bianche




Para ti, mi nuvole bianche, mi triste comienzo y hermoso crescendo, este pequeño trozo de lo que siento y pienso, porque fuiste tu quien me ayudó a descubrirlo; "perché sai che quello che dico è sempre vero, e tu sai che ti amo."

Hay veces en que, casi sin querer, rozamos las nubes con la punta de los dedos. Esas nubes blancas, frías y lejanas, tan cercanas al azul del cielo que casi se funden con él, esas nubes que albergan todos nuestros sueños, son nuestra felicidad; y cada vez que las tocamos, llueven sonrisas y lágrimas. Porque aunque no queramos, aunque no creamos en la felicidad, somos más que capaces de traerla a nuestra vida.
A mi, que como todos los humanos varias veces he caído y herido en la pequeña y simple realidad, los cambios me han llevado a comprender que, tanto en nuestras grandes ilusiones como en los pequeños detalles, están sujetos los hilos que mantienen nuestros sueños entre las nubes, y que jamás deben ser cortados; porque la avaricia rompe el saco, dicen, y al tratar de llevarnos toda la felicidad ésta se nos escapará entre los dedos como un jirón de niebla, una falsa ilusión. Dejemos que la felicidad venga y vaya allá lejos, en el cielo azul; porque es a ese mundo al que pertenece, y nosotros no podemos sino aprovechar cada momento y cada persona que nos lleve a rozar, con la punta de los dedos, esas lejanas nubes blancas.