sábado, 30 de abril de 2011

Sleepin' dogs

Those old lost words
They couldn't teach me to say
Those old lost words,
They didn't ever told me, no
They said it was not my time
And that it will come
I'm scared of being lonely
But it's the thing I do the best
Those old lost words
Like sleepin' water, they stay
Those old lost words
They didn't ever told me, no
Nana-nana-na
And this is the truth
Nana-nana-na
And this is my way

Those old lost words
Thet have told so much
Those old lost words
They didn't ever told me, no
And I'm scared of being lonely
And this is my best way







Lo sabes bien.
Sabes que no eres de hacer fotos a un pájaro dormido.
Que los ratones, aún siendo pequeños, pueden tener grandes penas.
Hay peluches a los que no debes abrazar, escúchalos y te lo dirán. Hay momentos en los que no se puede preguntar, y en los cuales reventarías por matarle a preguntas; hay días en los que no debes sonreír, porque desgarrarías tus comisuras en el esfuerzo. Y, sin embargo, sonríes.
Date tiempo para estar triste, para ser pájaro enjaulado; para ser gato con una sola vida, mirando la ciudad desde el balcón.

Runaway



Y huir de este no-mundo; la realidad sabe perfectamente donde debe estar.
En parte, contigo. En parte, sin ti.
En parte, conmigo. En parte, sin mi.
Porque la realidad, a veces, está fuera; y a veces, de tan dentro que está, no la vemos. Es mucho más bonita que lo que vemos, simplemente porque no miramos bien; habrá que aprender a sentir, ¿no crees?

jueves, 28 de abril de 2011

La caída del rayo



Ilumíname el camino con un pedazo de cristal; un corte pequeño, ¡tan pequeño!, del que brote una bonita flor.
El lirio crecerá con cada respiración contenida, con cada latido intenso y fuera de ritmo; y alcanzará las nubes, (sabio será), porque es donde viven los sueños.
Y los truenos dirán verdades como puños, que caeran como granizo sobre la arena azul; sonrisas que dan abrazos, sinceras como una mariquita sobre una hoja de árbol.

Cuéntame, lluvia, quién vive tan arriba y de qué tiene miedo; si es de mi, de lo que le pido, de lo que anhelo, sobre lo que ando cada mañana al despertar.
Una piel de gato pardo arropando a una niña albina, pequeña y frágil, como una ventana en una tormenta; el rayo viene, impacta... y no deja huella.
Sólo mi corazón huele un poco a quemado.

Nuevo choque

Yo te quería hablar sobre el fuego, el fuego que brilla en tus manos.
Me siento como una pequeña polilla de papel, de muchos colores, que se acerca a ti.
Antes, me quemaba. Y mejor quemarse, que no ver nunca la luz.
Y ahora, que tus manos me sostienen, estás mucho más tibia que con la vieja oscuridad sobre tus hombros. Calor, sólo de abrazos; color, de verde iris.
El gato pardo, que ya chocó contra la pared, camina agitando la cola. Hacia dónde, eso no lo sabe...

miércoles, 27 de abril de 2011

De palabra



Hay promesas pequeñas.
Hay promesas que se rompen.
Promesas hechas, promesas dichas,
promesas sin palabras y promesas incumplidas.
Promesas eternas, indudables, fuertes;
hay promesas hechas sin pensar,
y promesas que llevan toda una vida.
Hay promesas de voluntad,
promesas de venganza,
promesas de amor.
Promesas sin más,
promesas en las que va la vida;
promesas en canciones, en verso,
promesas en sueño y de azar.
Hay promesas que duran suspiros
y promesas arrepentidas;
hay promesas que se hicieron,
se olvidaron, se cumplieron...
y aún no lo saben.
Hay promesas, ¡miles de promesas!
Pero la mía, mi promesa,
eterna, fuerte, por azar;
en verso y prosa, canción, en vida,
mi promesa de suspiro,
mi promesa incumplida
y por cumplir;
mi promesa, pequeña y tan grande,
eres tú.

martes, 26 de abril de 2011

Desde aquí abajo

No tengo nada que envidiar al sol
Porque cada noche se pierde lo mejor de las estrellas
No conoce las caricias de la luna
Sobre la piel de la noche.
No tengo nada que envidiar al cielo
Porque nunca ha conocido el sonido del mar sobre la arena
No ha probado su sabor a sal
O buscado conchas en la playa.
No tengo nada que envidiar a las nubes
Porque no saben lo que es cantar bajo la lluvia
No conocen las tormentas de verano
Sobre las hojas de los árboles.
No tengo nada que envidiar a las alturas
Porque las cosas pequeñas, desde la tierra, permiten alcanzarlas
No conocen el valor de lo sencillo
De lo que, simplemente, es feliz siendo.