lunes, 15 de octubre de 2012

Auto-furia

Mi autocrítica se ha follado a mi autocompasión.
Lo hace cada noche, royendo mis certezas y haciendo arder mi piel cada vez que renace. Clava sus colmillos y pudre el hueso, el cemento
-los cimientos,
y no hay música que oculte ese chirriante sonido. Estoy temblando, como tiemblan todas mis ideas nada más aparecer por mi cabeza; y tiemblan por su corta, desesperante, frustrante e inútil existencia.
Pero ellas también renacen. Reviven, en el mismo mundo en el que se esfumaron, en esas entrañas despojadas de calor humano por propia e insatisfactoria voluntad. Vuelven tercas, obstinadas, obsesionadas, como yo vuelvo cada noche a mi cama. Asfixiando a la almohada con todas esas cosas que ya le he contado.
Y -pero- mordisco a mordisco, la tierra se mueve.