viernes, 10 de diciembre de 2010

Fly




Hacía frío allá arriba.
Lara se arrebujó en la chaqueta y se frotó las manos, calentándoselas. Sentía que tenía un cubito de hielo por nariz, así que se subió la bufanda. Hasta los ojos le lloraban, por culpa del viento; pero le gustaba mantenerlos bien abiertos cuando miraba hacia arriba. A las nubes. Al cielo, estuviese del color que estuviese. Y en concreto, ese día estaba a punto de llover. El cielo estaba casi completamente negro, y al levantar la vista Lara casi sentía vértigo. Curioso que no fuese mirando hacia abajo, dado que estaba en la parte más alta de la catedral.
Se asomó al borde, estirando los brazos a los lados; una gota de lluvia le cayó en la palma de la mano derecha. Sonrió.
¡Había tantos motivos para ser feliz! ¡Tantas cosas, pequeñas y grandes, que siempre estaban ahí!
Los pequeños detalles. Los incondicionales, como el señor que siempre estaba a las ocho y siete de la mañana en la parada del autobús; los cambiantes, como el atardecer de cada día. Los que estaban pero no estaban, como sus amigos; y quien estaba cuando no tenía que estar, como su jefa… Y el olor del café, el de la hierba, el de la rueda de la bici… el sabor a tostada, a huevo frito, a alcachofa… Puaj…
¡Y tantas preguntas! ¡Tantísimos misterios y sensaciones por descubrir!
¡Como enamorarse!
¡O viajar a muchos sitios!
¡O como volar!
Como rozar el cielo… volando libre… con el viento frío casi cortando su piel…
¿Cómo sería volar? ¿Qué… se sentiría, esa nada bajo tus pies?
Los pies se cansaban de andar. De sostener el peso del cuerpo, del alma, de las ideas… de los recuerdos y la ropa mojada…
¿Tenía la ropa mojada…?
Y el pelo… y la cara también…
La lluvia resbalaba por su piel morena, por su rostro y sus labios; podía ver el vaho que surgía de su respiración. En sus oídos resonaban sus firmes y regulares latidos: tu-tum, tu-tum, tu-tum…
También escuchaba la lluvia contra el suelo, y el viento silbando entre los edificios…
Esas preguntas sin resolver… ¿no sería más fácil olvidarse de ellas? ¿Alejarse, perderlas entre las nubes…?
Lara sonrió y dio un paso adelante. Otro. Y otro…
¿No sería más fácil…
Saltó.
…echar a volar?