jueves, 22 de agosto de 2013

Hay veces en las que no sé qué hacer en una superficie en blanco.
En esos momentos, creo poder comprender el silencio. Y luego, me despierto.

domingo, 18 de agosto de 2013

Quién pudiéramos haber sido

¿Sabes? Anoche me desperté, no sé muy bien por qué. Puede que un mal sueño.
Recuerdo que abrí los ojos muy despacio. Por la ventana entraba una luz anaranjada, muy cálida, y pude ver tu silueta oscura recortada contra ella.
Dormías de lado, hacia mí, y aún llegaba a distinguir tus ojos cerrados; tu pecho subía y bajaba, despacio, con un ritmo tranquilizador. Tu respiración me hacía cosquillas en el cuello.
Recuerdo que te abracé, y que tu piel era suave y cálida.
“Tú podrías haberte llamado Carlos”, pensé.
“Podrías haber tenido el pelo corto y negro, o podrías haber tenido la piel oscura. Tal vez no habrías tenido esas pequeñas marquitas en la espalda.
Podrías haber nacido en Suiza y hablar alemán, francés o cualquier otro idioma. Podrías ser albino y trabajar en una agencia de viajes.
A lo mejor te habría gustado cantar canciones románticas, tocar el piano, el blues, la ensalada de arroz. Podrían haberte gustado los hombres.
Podrías estar casado.
Es curioso, pero tú no te llamas Carlos.
Tienes el pelo largo y castaño claro, y unas marcas pequeñas cerca de los hombros. Tus labios son bonitos y delicados. Y además, no te gusta el francés.
Tu piel es suave, morena, pero no mucho; aún no estoy segura de si te gusta o no la ensalada de arroz. Y no estás casada... aún no.
Si te hubieses llamado Carlos, estoy segura de que me habría enamorado de Carlos.”
Recuerdo que te cogí prestado un beso en ese momento, para devolvértelo por la mañana. Te diste la vuelta, dormida, y yo te abracé por la espalda con cuidado.
Me sonreí.
¿Sabes?
Yo también podría haberme llamado Carlos.
Y fueses quien fueses, me habría enamorado de ti.