jueves, 25 de octubre de 2012

Las invenciones de la soledad

No he podido resistirme a abandonarme otra noche más. ¿Adónde voy? No lo sé. Tal vez sea eso lo importante.
Una luna brillante. Una luz cálida. Mis manos otra vez sobre la mesa, sobre el papel, presas del peor de los pánicos. La imaginación agarrota los dedos.
Ya no hay lobo, ya no hay gato pardo, ya no hay niña triste, ya no hay poeta suicida. Quedo yo, tan desnuda como vestida. Mi razón depende del sol. La decadencia del atardecer, el resurgir despeinado del amanecer. La inquietud. La inocencia. La autodestrucción consentida, deseada, compasiva.
El abismo es poco profundo.
Y yo me vendo los ojos, y me sumerjo con oxígeno. Lástima. No me gustan los monstruos del fondo.
Sólo consiento el escuchar. El roce de sus brazos. Esa intuición, tan inquietante, de estar siendo observada, criticada, desmenuzada.
Por mi propio interior. Por, y en él.

lunes, 22 de octubre de 2012

Las cosas que quedan por pensar

No queremos hablar
pero debemos.
No queremos gritar.
Discutamos.
Deja que te diga todo lo que tienes que decirme. Ya sabes donde estoy.
Repróchame todo lo que sabes que haces mal. Búscame.
Nada de compasión. Sin cuartel. Destrózanos.
Invítame a pasar, hay confianza. Tanto tiempo.
Y cuánto sin vernos. Cuánto sin hablar de verdad. Pensemos.
Tan inseparables...
que somos exactamente la misma persona.
Sentada aquí mismo.
Leyendo lo que sé que voy a escribir.
Somos mi yo, mi dentro.
Mi cabeza.

Tenemos que hablar...