Océanos y destrucción


De la destrucción nace el amor; un amor incongruente, inconsistente e incoherente, como las formas que dibujan las sábanas cuando la cama queda deshecha, con la guitarra abandonada encima. Y de esas cuerdas surge una desesperación continuada, una resignada agonía que lleva al dolor y al placer, al éxtasis de una emoción muda y casi sorda, a un orgasmo de humos e ilusión que llevan al fracaso innato. Y sólo quede el escribir, el gritar silencios violentos, el amar huecos vacíos en la cama que deberías llenar tú,

-que te volviste princesa de noche,

el ansiar la muerte de una distancia que se extiende no sobre la tierra, sino dentro de mi cabeza; contemplar la absurda creación, gritar hasta hacerla añicos y anhelar

-si, amar, de pasión y monstruos de belleza sublime, de ideas y días-

la destrucción nacida del amor.