jueves, 3 de mayo de 2012

Presunción de inocencia

Ni correcto, ni bueno, ni malo. Ni equivocado, ni fingido, ni esperado.
No se busca, no se encuentra.
Se crea y se destruye. Como el amor. Como todas las cosas de este mundo.
No son respuestas, no son preguntas, no son dilemas. Son esencias.
Todas las cosas repetidas, reflejadas, opuestas, enfrentadas, enamoradas hasta la perdición. Se odian, se necesitan, se transforman.
El inmenso universo, ese inmenso grano de arena, vertido en ti. En ti, ser humano, minúsculo átomo, vital mota de polvo, indispensable...indispensable tú.
No corras, personita. No huyas, no revuelvas, no desesperes, pequeño intento de divinidad. Pequeño creador, mínimo destructor, gran transformador, tienes el poder en tus manos, poder de transformarte a ti mismo en tu propio ser. Qué grande eres, ser humano. Y qué hermoso. Hermoso hasta el miedo.
Después de todo, de ti es de quien huyes. De todo lo que puedes ser y no ser.
Puedes no ser. Pero no puedes no vivir. Vives, persona, vives, universo; vives en tu grandiosa y minúscula gloria, en tu propio huracán, en tus demonios. y sueñas en tus cielos, en tus ángeles, virtudes prestadas para que te construyas. Gran, pequeño humano, es tu mundo, es tu vida, y no es tuya, y no estás aquí en vano. Ah, universo, diminuto, ínfimo intento de perfección -tan hermoso, tan completamente imperfecto-, ¿pero por qué has venido?
Te llaman, personita. Te llama tu mundo. Te llama el Tiempo. Tiempo que es creación, tiempo que es destrucción.
¿Qué fue antes, ser humano? ¿Vida, o muerte?

martes, 1 de mayo de 2012

Adiós, perdices... tantas despedidas como quieras

Y echo de menos los mil mundos que solía visitar
porque al verlos ahora
no puedo evitar darme cuenta
de que los finales son más tristes
por finales
que por tristes